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jueves, 12 de enero de 2012

Holocauto Nuquelar

Hoy publicamos un pequeño relato de una chica de la que he leído ya varias cosas y la verdad es que están muy bien. Tiene un blog al que os animo que paséis: http://avecrougealevres.blogspot.com (en él también están indicadas las direcciones de correo, flickr y formspring).

Le encanta París y el francés, así que para los románticos y los apaionados por la cultura francesa... os gustará:) Y también le gusta el maquillaje y la ropa:)

Un besazo a todos y esperamos que os guste!


Admin.: ClaryClaire





Holocauto Nuquelar




Las bombas no cesaban. Las paredes temblaban y caía tierrilla del techo.

Yo no podía más que temblar, rodearme las piernas flexionadas con los brazos y hundir la nariz enlas rodillas. Ya no podía ni llorar, apenas llegaba a respirar con normalidad. Tenía las ropas empapadas de sudor frío que provocaban en mí escalofríos, y no llevaba zapatos; unos rancios y mustios calcetines repletos de agujeros intentaban dar calor a mis pies, sin conseguirlo. No llevaba guantes, ni bufanda ni nada. Me iba a dar una hipotermia.

A todos nos había tomado de improvisto la sirena de las nueve de la mañana y, por lo tanto, ninguno de los presentes estaba mucho mejor preparado que yo. Tampoco éramos muchos, y no estaba seguro de si era bueno o malo: una mujer y un hombre jóvenes se abrazaban y lloraban el uno sobre el otro; un anciano, con las piernas cruzadas, se miraba las manos con tristeza, sin saber muy bien del todo que tenía que hacer o, más triste aún, cómo iba a sobrevivir; una pareja de mediana edad se escondía sin quererlo en un pequeño recoveco, ella durmiendo con los ojos como platos sobre la rodilla de él, y él mirando al horizonte inexistente mientras su mano acariciaba la cabeza de ella.

—Hola —dijo una vocecita. Aunque me sorprendió que alguien hablase no me molesté en levantar la cabeza, pero la voz no tardó en insistir, esta vez un poco más cerca.

—Hola.

Lo que vi cuando megiré fue, posiblemente, lo más bonito y delicado que había visto en mi vida: un angelito que, si hubiese estado de pie, me habría llegado a la rodilla y que me estaba mirando sin entender muy bien. Tenía unos rizos preciosos, algo ensuciados por el polvo del techo, cogidos a un lado con un lacito rojo, y unos ojos pequeños y azules. Vestía un abrigo rosa y gordo para lo que era su cuerpo, lo que no evitaba que temblase por momentos.

—¿Ónde tamos? —Apenas tenía tres años y no pronunciaba bien, pero daba una sensación de inseguridad que daba miedo abrazarla por si se rompía en pedacitos—. ¿Ónde tamos?

—¿Que dónde estamos? —Pregunté yo en bajito, para asegurarme de que lo que veía era real y no un síntoma de la falta de sueño. El angelito sonrió—. En un búnquer.

—¿Buquer?—arrugó la nariz sin comprender.

—Para estar a salvo —procuré resumir, ya que no entendería mucho que pudiera decirle.

—¿Poque? —siguió investigando.

—Holocausto nuclear.

—¿Holocauto nuquelar?

Estaba seguro deque no había comprendido nada de lo que le había dicho, pero estaba sola y yo también, así que asentí.

El techo seguía crujiendo y no tardaríamos en morir, pero el angelito se me acercaba tambaleándose sobre sus dos piernecitas con dificultad para abrazarme. Era tan delicada. Cuando estaba a menos de medio metro, parte del techo se derrumbó por completo y cayó sobre su rizada cabeza aplastándola contra el suelo. Era tan delicada…


 
Lisbeth Brewster

2 comentarios:

Erik! dijo...

Debo decir q entre porque estaba leyendolo de tu blog Claire jeje... pero veo q les va bien con su blog comunitario.... pues nada, esta bien la historia... era un niño verdad? jeje

Cuidense
Un abrazo!

Anónimo dijo...

Nuquelar lisa, nuquelar

no soy un robot, soy una cabra