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miércoles, 21 de marzo de 2012

Vaivenes de la vida

Buenas a todo el mundoooo!!!:D Me pidieron que publicara yo la entrada anterior, pero no pudo ser porque estaba de exámanes... ¡y ya he acabado, al fin puedo respirar la libertad! Bueno, hasta que vuelvan, que no será muy tarde:S

Y como hace ya un tiempo que cambiamos lo que era el blog en sí, para convertirlo de comunitario a nuestro (privado), pues vengo con un pequeño escrito que escribí... pues no sé, hará un año o algo así. En mi blog
http://palabrasformandohistorias.blogspot.com lo debo de tener por ahí, pero bueno, lo cuelgo también aquí para la mayoría que no lo habíais leído antes:)

Así que lo típico, os animamos a todos a comentar y votar, tanto halagándonos como diciendo que es una mierda (se agradecería una algo más sutil que esta para expresar una mala opinión, la vedad). Y nada más, creo... simplemente, que esperamos que sigáis leyéndonos^^ Más adelante, es decir, cuando tengamos tiempo... inspiración... voluntad... y, en definitiva, cuando nos dé la gana, se realizarán cambios en la estructura del blog y demás, pero, por ahora, al parecer ninguno de los tres ha estado por labor de hacerlo xD. Hablaré de esto con mis compañeros... 

También se aceptan sugerencias acerca de lo que queréis leer, y nosotros podríamos intentar amoldarnos a las peticiones, no creo que tuviese que haber ningún problema:)
Y esto es todo... disfrutad de la lectura:D


Admin.: ClaryClaire


 

VAIVENES DE LA VIDA 


"Porque eres demasiado bajito". "Porque eres demasiado bajito". "Porque eres demasiado bajito". Las palabras resuenan todavía en mi cabeza. ¿Demasiado bajito? ¿Perdón? Para que luego digan que a las tías no les importa el físico. Estoy hasta los mismísimos cojones de que no miren más allá de eso.

Desde luego, esta no es mi semana. El otro día perdí mi monedero con cincuenta euros dentro. Ayer me caí en un charco de barro porque mi bici resbaló. Y esta mañana le he pedido salir a una chica, y va y me responde con eso. ¿Hay alguien con más mala suerte que yo en este mundo?

"Y no está a la altura..." ha susurrado una de sus amigas. Después se han reído. Y yo me he ido de allí, avergonzado, frustrado, furioso y maldiciéndolas en voz alta mientras ellas se reían cada vez más alto. En serio, ¿tan malo es ser bajito que se tiene que meter todo el mundo contigo? ¡Dios, ojalá las atropelle un camión!

Camino dando patadas a los charcos que ayer fueron culpables de mi caída. Con las manos en los bolsillos, intento no pensar en que el frío me está cortando la circulación sanguínea. Tengo toda la cara roja, aunque, para ser sincero, no sé si es por la humillación que he sentido o porque me siento como si estuviese en un páramo helado. Qué más da, al fin y al cabo, creo que nunca conseguiré nada con ninguna chica, así que, ¿por qué intentarlo?

—Perdona —por culpa de la bufanda no logro oír exactamente lo que dice una voz detrás de mí, pero algo consigo entender, y me giro.

—¿Qué? —es la amiga de la chica a la que le he pedido salir. Sí, la que había dicho lo de "no está a la altura", sí, la graciosa esa, esa misma.

—Perdona por lo de antes —parece realmente disgustada.

—Vale. No estás perdonada —y sigo andando.

—Hala, Sergio, tío, no seas así —adopta una cierta dureza en su voz.

—No me jodas, Carmen, no me jodas… —resisto la tentación de pegarle una buena ostia.

—Vengaaaa —suplica—. Perdona. Es que, no sé, creo... creo que de no haber estado nadie más que tú, no lo habría dicho. Bueno, de hecho, ha estado muy mal y ni siquiera sé por qué lo he hecho. En serio, lo siento. Supongo que soy tonta.

—Sí.

—Ya.

—Pues eso.

—¿No me perdonas?

—¿De verdad te importa? —ella asiente, y detecto un leve rubor por el color que ofrecen su rostro, ya sea por la vergüenza de tener que pedir disculpas o por el frío.

—Es que... estaba también enfadada...

—¿Qué? ¿Y por qué la pagas conmigo? ¿O es que estabas enfadada conmigo?

—No, sí, bueno, no...

—Vale, oye, aquí me estoy muriendo de frío, ¿te importa si entramos en algún bar o algo? —Mueve la cabeza con un gesto afirmativo y se coloca a mi lado—. Vamos ahí —señalo un café que se encuentra a escasos metros de nosotros.

Sin decir nada, llegamos a él. Entramos y ocupamos mesa. Nos quitamos la bufanda y los guantes, y cuando ella se quita el gorro sacude la cabeza con un movimiento que hace que todos sus rizos pelirrojos se muevan al compás de la música del local.

—¿Y bien? —le pregunto, con un gesto indiferente.

—¿No pides primero? ¡Camarero! —grita tan alto y con tanto ímpetu que casi me da vergüenza ajena.

El empleado viene con un deje de indolencia y pregunta:

—¿Qué queréis?

—Coca-Cola —dice ella, sonriente.

—Otra para mí —digo, sin saber exactamente el qué, pues me doy cuenta de que le estoy mirando los labios a Carmen. Sacudo la cabeza y me pongo serio.

—¿Tienes dinero?

—Eh... —ah, claro, lo olvidaba. Perdí el monedero con, obviamente, el dinero ahí. Qué listo que soy—. No.

—Ah, genial, pues yo tampoco —dice, con toda la tranquilidad del mundo. Enarco las cejas, aunque ella parece tomárselo muy a la ligera.

—¿Y entonces qué estamos haciendo aquí?

—No sé, tú has dicho que querías venir, ¿no? —se encoge de hombros y me mira con unos ojos verdes hipnotizadores.

—¿Y qué sugieres? ¿Que nos larguemos sin pagar?

—¿Alguna alternativa?

—Pues... —el camarero llega con las bebidas y las deja en la mesa. Después de un "gracias", se aleja.

—¿Nunca lo has hecho?

—¿Qué?

—Irte sin pagar.

—Un par de veces. Con unos colegas —me sincero—. ¿Tú?

—Nunca —niega—. Aunque siempre hay una primera vez para todo, ¿no?

Esta chica es muy rara. Me insulta, me pide perdón, ahora parece estar súper simpática conmigo... realmente nunca entenderé a las tías.

—¿Te gusta mucho Elena? —la pregunta me pilla de sorpresa.

—No sé. Sí, supongo. Bueno, mucho no, sólo me gusta. No sé, me parece guapa y todo eso —ni yo mismo sé qué siento exactamente por esa chica, porque lo cierto es que en verdad... no es que sienta nada especialmente fuerte hacia ella.

—Ya... ¿te ha sentado muy mal, verdad? —en sus ojos veo el arrepentimiento.

—Pues hombre, gracia precisamente no me ha hecho...

—Claro —dice agachando la cabeza—. Bueno, lo de las calabazas no ha sido cosa mía, porque si me lo hubieras pedido a mí, supongo... supongo que no habría dicho que no —se le encienden las mejillas tras decir eso. Yo estoy bebiendo de mi Coca-Cola y casi me atraganto.

—¿Entonces... habrías... habrías dicho que sí? —abro mucho los ojos.

—No he dicho eso —dice Carmen frunciendo el ceño. Parece nerviosa—. Sólo... bueno. Me lo habría pensado. Quiero decir, que no eres feo, es más, eres mono. Y pareces buen chico. El problema es que...

—Que soy demasiado bajito, ya —digo, mirando hacia otro lado.

—No iba a decir eso —sonríe con complicidad—. Además, no soy quién para decirlo, dada mi estatura. Iba a decir que no te conozco mucho. Ah, bueno, y además a ti te gusta Elena.

—Ah, claro, se me olvidaba eso —digo sonriente. Ella se ríe y da otro sorbo a su bebida.

¿Y ahora qué? ¿Cómo salimos sin que nos pillen?

—Tenemos que irnos ya —me urge ella—. No están mirando, venga, ¡corre! —me agarra del brazo y me tira hacia ella para huir a la salida. Antes de que ningún miembro del bar se dé cuenta, ya hemos salido y corremos hacia otro lugar lejos de allí.

—La próxima vez, intenta no gritar en voz alta lo de “¡corre!” —le sugiero.

—Sí, es una buena idea —opina ella, recolocándose los rizos.

Después, como un acto reflejo y casi sin poder darme cuenta, se abalanza sobre mí y me da un beso. Al principio me sorprendo y no sé cómo responder, pero luego, tras observar sus ojos cerrados con unas largas pestañas, sus rizos anaranjados cayendo en cascada y sus manos agarradas a mí, poso las mías sobre su rostro y le devuelvo el beso.

Al final, lo del rechazo de esta mañana ha merecido la pena, porque luego, je, qué cosas, la vida da un giro y te encuentras con esto. En fin, que prefiero seguir besándola en vez de pensar.

Así que nos quedamos aquí, en medio de la calle, entrelazados e ignorando lo demás.

Y de pronto deja de hacer frío. 

martes, 13 de marzo de 2012

Renacer

¡Hola a todos! Debido al cambio de rumbo que ha dado el blog, y como ya hemos publicado todos los relatos externos que nos habían llegado, ahora hemos comenzado a publicar nuestros textos propios — nueva tarea en la que se ha estrenado Lorena — alternadamente.
Y sin más, aquí os dejo un comienzo que acabo de escribir para una novela que quizá continúe por mi cuenta. Espero que os guste.
Admin.: Miguel 

Renacer

El ser de ocho patas recorrió sinuosamente la superficie lisa. No hacía ruido alguno; sus movimientos eran rápidos pero delicados, desplazándose con una majestuosidad que se podía admirar durante horas. Una pata tras otra y, en su conjunto, parecían la hábil mano de un pianista al son de una espeluznante sinfonía. El ser se estremeció, nervioso, y, con un sobresalto, echó a correr precipitadamente; algo se cernía sobre él, una masa difusa de gran tamaño y lentos movimientos...
Lentos, pero constantes; ahora ya era demasiado tarde, su rápida carrera no había valido para salvarle la vida, cada vez estaba más cerca…

Giré el zapato a un lado y a otro, con cierta repugnancia: no soportaba las arañas, sólo el ver una ya me hacía encogerme en mi sitio. Temblaba al ver alguna deslizándose por entre el mobiliario, burlándose de mi debilidad, acechando por todos los lados y ninguno a la vez… Pero ahora ya estaba muerta, podía continuar mi monótona actividad.

Hmm… nada en la tele, como de costumbre, demasiado tarde para salir de casa, y con un insomnio que me afligía desde hace tiempo. Necesito una distracción — pensé. Y es que bien tenía todo el día ocupado por el trabajo, bien tenía toda la tarde libre, obligado a ver cómo se consumía cada minuto sin hacer nada productivo. La verdad, era una vida muy aburrida. Me levanté y entré en la cocina para comer algo. Ya que no tenía nada que hacer, comería; sí, eso mataría algunos minutos.
Mientras rebuscaba en la nevera, vi dos luces acercándose peligrosamente hacia mí, dos luces que estaban fuera de la casa. Un frenazo, apertura y cierre de puertas, y unos pasos de varias personas por el jardín.

A partir de aquí todo se vuelve confuso y fragmentado: un timbre, la puerta abriéndose, un grito femenino… ¿Tenía mujer? ¿Hijos? No estoy seguro. Luego todo eran gritos agresivos, el suelo acercándose vertiginosamente y un símbolo, una rúbrica extraña, en la que ahora no me puedo concentrar, porque mi cabeza está a punto de estallar de dolor. 

Ahora estoy en un cuarto oscuro y descuidado, demasiado desorientado para preguntarme por nada. Por una rendija se ve una gran llanura. Tengo sueño, creo que voy a intentar dormir algo.

jueves, 8 de marzo de 2012

AMARGA AMBROSÍA

¡Buenas a todos! Como ya supongo que sabréis, por lo menos los que leáis el blog, soy la autora de textos publicados con anterioridad como “Final 3”, “Mrs.Lovett: The legend” y “El crepitar del fuego”. 

Antes de comenzar mi epílogo sobre “Amarga ambrosía” quería agradecerle a los tres administradores (David, Clara y Miguel) el que me hayan dejado participar en la página como colaboradora. En especial se lo agradezco muchísimo a David Plaza, quien tuvo fe en mí desde el principio, cuando para mí solo era un nombre familiar a través de la red. Gracias, compañero, de verdad. 

La página “Palabras, papel y tú”, aunque sea un humilde proyecto, significa mucho para mí. Últimamente es lo único que me da energías para afrontar el caótico itinerario que he escogido (ciencias). Digamos que es una chispa de sentimiento y pasión, frente al mundo calculador y racional en el que me he sumergido. Un atisbo de calor y belleza. 

Os debo mucho a los tres, y a todos los que escribís y leéis la página con frecuencia. A TODOS MIL GRACIAS. 

“Amarga ambrosía” es una pequeña introducción, una pequeña señal de una historia que quizá desarrolle. En ella desarrollo un poco el tema de las drogas, que por desgracia existe a gran nivel en nuestra sociedad. Este específicamente se desarrolla en la década de los setenta u ochenta. En esta época se desconocían sus efectos, y entre los famosos cantantes se “llevaban de moda”. No quiero decir que todos se drogaran. Espero que os guste. Tenía otro pensado, pero no he podido enviarlo… ¡Otra vez será! 


                                                           Colaboradora: Lorena


AMARGA AMBROSÍA 


Observé con miedo y asco como la aguja envenenada se inyectaba en mi antebrazo. Tan dulce y tan amarga a la vez. 

Sentía el líquido frío, a través de mi sangre y chispas fugaces en el cerebro según avanzaba hacia mi interior. 

Desinyecté la jeringuilla y me levanté del sillón. Vislumbré mi rostro en el espejo, las sombras negras y el rímel de mis pestañas parecían derretirse y deslizarse, concediéndome un aspecto fantasmagórico, por mis mejillas. Una brillante y abundante capa de sudor frío me empapaba parte del flequillo y resbalaba por mis orejas, patillas, nariz, sienes, barbilla y frente. Incluso unas gotitas aparecían, como el rocío en las hojas por las mañanas, en el extremo de mis pestañas. 

Ante la nítida superficie del cristal me veía borroso. 

-“¡No vas a volver a meterte, se lo has prometido a Mike! ¡Cómo te descubra te abandonará!” – Me juré. 

Me pasé la mano por la frente para sacarme. Abrí el grifo, girándolo a la derecha hasta que el agua saliese helada. Metí las manos bajo el chorro. 

-“Joder, qué fría!” 

Me humedecí las muñecas y me eché el agua por la cara. Estaba ardiendo. Volví a mirarme en el espejo. Los efectos empezaban a aparecer. Mis pupilas estaban muy dilatadas. Fui al salón con dificultad, pues me tambaleaba de un lado a otro, y llegué a la alfombra roja frente a la chimenea. Me tumbé con brazos y piernas extendidas, boca arriba. Tenía muchos problemas, pero la heroína hacía que parecieran insignificantes, es más me parecían divertidos o simplemente no los recordaba. 

Antes de que pudiera disfrutar plenamente de mi éxtasis. Oí la puerta de la entrada abrirse. Unos pasos se aproximaban hacia mí. 

-“¡Mierda!”- Pensé al suponer que era Mike.

Me incorporé lo más rápidamente que pude. Encima del sofá pude ver la jeringuilla que había usado, me lancé hacía ella y la escondí bajo un cojín, sobre el que luego me senté disimuladamente. 

-¡Tom! ¡Tenías la puerta abierta! Debes tener más cuidado…-Dijo Mike andando hasta el sillón. 

No respondí, me dediqué a asentir con la cabeza y a bajarme las mangas del jersey. 

-Oye.-Se sentó a mi lado y me puso la mano encima del muslo mientras buscaba mi mirada- Hemos quedado con los demás en media hora, ¿estás ya preparado o espero? 

Bajé la mirada para evitar el contacto con su mirada fulminante. 

-Sí…-Dije al fin. 

-¿Sí qué? ¿Sí estás preparado o…?
Me dio dos pequeños golpecitos con la mano en la pierna izquierda.
-Mírame. 
Le miré. Quizá con un poco de suerte no lo notaría…giré la cabeza.


Lorena Vilariño

domingo, 4 de marzo de 2012

Ganadora del concurso

Y con disposición de publicar los últimos textos que se nos han mandado, hemos decidido elegir un ganador (ganadora) del concurso; se trata de Claire Miller, una escritora muy participativa en este blog y gracias a la cual habéis tenido la oportunidad de leer entradas como Lüthien. Ha tomado como comienzo la opción segunda, resaltada en rojo, y ha continuado desde ahí su relato, que os dejo a continuación:
Admin.: Miguel
Opción dos

Su boca estaba pegada a mi oreja cuando me susurró:

-¿Quieres?

Antes de responder, alguien llamó a la puerta.

Me levanté de la cama como un rayo mientras se abría.

-Mick… Ah, hola Nikii.

-Hola…

Mi voz sonó como un hilo finísimo, el corazón me iba tan rápido… Si hubiera sabido que su madre estaba en casa no me habría ni sentado con él en la cama. No porque no me gustara, sino porque aquella mujer parecía sentir la tensión de nuestros cuerpos cada vez que nos juntábamos, y ¡oh vaya! siempre era taaaan oportuna…

-Hijo, ¿puedes ayudarme un momento? – le llamó con la mano y me miró con una sonrisa fingida – ahora te lo devuelvo.

Mick se levantó de la cama y salió de la habitación cerrando la puerta. Me dejé caer de nuevo en la cama con un largo suspiro. ¿Por qué nunca podíamos estar totalmente solos? ¡Joder! Así no había quien… quien pudiera hablar tranquilamente, claro. Sí, hablar. Eso era…

Notaba cómo de tensos estaban mis muslos, y el calor de mi cuerpo no se iba. Aquello era maltrato físico. Nunca podría saciar mis ganas si aquella mujer estaba en casa. ¿Qué por qué no nos íbamos a la mía? Ah, bueno, teniendo en cuenta que vivía con cinco personas más la intimidad estaría 100% asegurada… Sí, era ironía. ¿Qué por qué no en la calle, en un probador, en el coche? Digamos que había pensado en la primera vez de una forma mucho más diferente que en un aseo público… Quizás dejaría aquello para más adelante.

Se abrió la puerta de nuevo, pero esta vez fue Mick quién entró en la habitación, volviendo a cerrarla tras de sí. Tragué saliva e intenté calmar mi fuego interno, no quería otro cubo de agua fría sobre mí.

-Se ha ido.

Sus palabras fueron claras, pero no podía creérmelo. Quizás se estaba quedando conmigo… O podría ser cierto.

-¿De verdad?-le pregunté ilusionada.

-De verdad.-dijo mientras tomaba de nuevo asiento a mi lado en el colchón.

-¿Entonces…?

Me besó con suavidad obligándome a cerrar los ojos para poder sentir aquello por todos los rincones de mi ser. Nos dejamos caer tumbados en la cama y siguió besándome hasta llegar de nuevo a mi oído y susurrar:

-¿Quieres…?

Claire Miller

miércoles, 29 de febrero de 2012

Sweet

Buenas a todo el mundo!!!:) Supongo que ya os habréis enterado de las últimas novedades... bueno, si no lo habéis hecho, leeros la entrada anterior que en ella se dice todo lo que creo que se tiene que decir:S

Lo sentimos bastante los tres admin., pero es lo que hay; Nosotros no podemos hacer más... Aún así, vamos a seguir funcionando, y esperamos que vosotros continuéis leyéndonos y disfrutando mientras lo hagáis.

Es por eso que hoy publicamos uno de los pocos textos que nos quedan de los enviados que hemos prometido publicar (es lo más justo para los autores/as).

El texto se llama "Sweet", y la escritora quiere añadir que tal vez se convierta en una novela, aunque no sea muy larga. Si es así y os gusta el relato, estoy segura de que todos estaremos deseando leerla;)

El blog de esta chica, Kirtashalina, es http://kirtashalina.blogspot.com/. Nos envió otro texto, "Agorafobia", así que si os gustó y este también, tenéis que visitar su blog:)

Y eso es todo por el momento... no puedo decir nada más, ya os iremos informando de alguna que otra sorpresilla que tenemos preparada para que leáis^^

Un besazo a todos, a cuidarse!:D



Admin.: ClaryClaire





SWEET

Mi vida es perfecta.
Vivo en un bonito pueblo en el que nos conocemos todos. Está a las orillas de un gran y claro lago, en el centro de un valle rodeado de muchas montañas verdes, que en invierno se cubren de nieve. Nadie se acuerda del nombre del pueblo, o quizá es que nunca ha tenido o que jamás se lo ha sabido nadie. Pero es el pueblo más bonito del mundo. Es rural, chapado a la antigua. Casi todos los edificios tienen tan sólo un piso, y los que tienen dos se pueden contar con los dedos de una mano. Todas las casas son bonitas y no hay nadie infeliz. Las pequeñas casitas de una planta son de piedra gris o blanca y están llenas de balcones con flores rojas y azules. Las casas un poco más grandes, que aunque sólo tienen un piso son enormes, están hechas de madera y cuando pisas el suelo cruje afablemente. Este tipo de casas suele estar en contacto directo con la orilla del lago —de hecho a veces están incluso encima de él— pues yo siempre he relacionado el crujir de tablas de madera con el agua y la palabra “amarre”. El resto de casas son tan dispares que no se las puede reunir a todas en un mismo grupo, pero son todas preciosas. Algunas son blancas o de color hueso, de dos plantas, y tienen tantas habitaciones que podrían albergar a todo el pueblo. Otras mezclan madera y piedra para la fachada e incluyen grandes cristaleras. Hay una especialmente bonita, de estilo victoriano y con grandes puertas, ventanas, escaleras y jardines. También hay otra de ladrillo rojo que es terriblemente alta, y cuando atardece produce una sombra de varios metros de largo.
Yo vivo en una casita blanca que con el tiempo se ha ido cubriendo de hiedras verdosas. Desde mi jardín trasero puedo acceder libremente al lago, y de hecho dispongo de un muelle y una barquita para mí sola. Mi casa es grande, de dos plantas, pero acogedora. Por dentro es como un refugio de madera clara, excepto la biblioteca, que aunque está siempre bañada en luz por la cúpula de cristal quela recubre, es enteramente de roble rojizo, o caoba, no lo sé, nunca logro acordarme. Tiene altísimas estanterías, comodísimos sillones, una gran ventana frente a una butaca de terciopelo rojo con cojines suaves de pelo y plumas. Y por allí siempre ronda Angelo, mi bibliotecario. Es alto, más que yo, y esbelto, tiene el cabello de color miel y los ojos como el cielo sin nubes, siempre me guarda una sonrisa y un beso y me hace cosquillas en la nuca mientras leo, me roba las gafas de leer sólo para que vaya tras él o me quita uno de los zapatos y lo esconde en algún rincón de la casa.
En la parte delantera de mi casa hay una pastelería. Es mía, y también es perfecta. Tiene vitrinas y expositores de cristal, y los estantes están siempre a rebosar de dulces. Calo enseguida a la gente y siempre sé lo que les conviene, así que sin que me digan una palabra sé si quieren chocolate blanco o negro o con leche o con almendras o con una pizca de pimienta, caramelo o praliné. Y sé si quieren galletas, bombones, una tarta o un cruasán. Y es que yo preparo de todo.  Cocino un pastel llamado Montblanc, que es de nubes, leche condensada y azúcar glass. También cocino otro llamado Ireland, que es un pastel en forma de montaña, y es de chocolate y menta, que parecen tierra y hierba. También cocino uno azul llamado Lluvia que sabe a agua ligeramente salada y a arándanos y cuando le pegas un mordisco es como si mordieras un fruto jugoso, y un líquido suave te resbala por los labios. Cocino macarons de todos los tipos y colores, e incluso cocino tartas a las que le doy la forma que el cliente quiere; un libro abierto, una taza de café, una mariposa, una cámara de fotos, incluso unas iniciales. Y preparo unas tostadas riquísimas, con rebanadas de pan muy gruesas, doradas y calentitas, cubiertas de mantequilla que se derrite en segundos y mermelada de albaricoque, melocotón y frambuesa. Y cocino churros, tortitas y napolitanas de jamón y queso y chocolate, que normalmente acompaño de una taza de chocolate caliente con una buena capa de nata y una nubecilla dentro. Y hago el mejor café del pueblo, aunque aquí todos somos muy dulces y preferimos el chocolate. Horneo pan, magdalenas y hago creps, cocino pequeñas delicias japonesas y preparo jugo de bayas —elixir, me gusta llamarlo— y zumo de menta. También espolvoreo hojas trituradas de menta, cacao en polvo y un poquito de pimienta sobre un vaso de leche caliente, y al removerlo sale algo llamado India. Hago compotas de limón, fresas y pomelo, y las guardo en tarros tapados con un trozo de tela a cuadros rojos y blancos o azules y blancos, depende de los gustos del cliente, y la ato con un lacito rojo o azul, a juego. También cocino unas buenísimas pizzas de dulce de leche y chocolate blanco, pero sólo los más valientes se atreven aprobar su dulzor. 
Y todo eso es en invierno, porque en verano, cuando hace demasiado calor para preparar algunos dulces —se derretirían— hago helados. Helados de leche con virutas de chocolate blanco, negro o con leche, que yo llamo Dálmata; un helado de nata con algo de leche condensada fría por encima, llamado Nieve; incluso uno tan sólo de chocolate (cualquier variedad de chocolate) con sus respectivos nombres: Espuma (blanco), Ébano (negro) y Edén (con leche). También preparo uno llamado Verano, que es de limón y está recubierto de un montón de virutas de colores, además de una perla dorada de azúcar que simboliza el sol. (Además, este helado está siempre rebajado en el mes de Agosto, que es cuando más calor hace. Pasa devaler dos euros a uno con veinte). Otro de los helados que más se venden es el de fresa. Es totalmente rosa, con trocitos de chocolate como si fueran las pepitas de una fresa de verdad, y como si fuera un sombrero, una corona verde de pasta de azúcar recubre la bola de helado en forma de corazón. Se llama Nenúfar y es muy popular entre los niños y niñas del pueblo, y ya que se lo compran siempre con sus ahorros, les suelo cobrar tan sólo un euro, pero casi siempre me dan una propina de cincuenta céntimos más, si es que llevan suelto encima. Aparte de ese helado uno de los más populares es París. Es de naranja, pero dentro lleva una varilla de praliné, como si fuera la Torre Eiffel, y está decorada con pequeñas borlas de caramelo. También está Océano, que es azul con motas marrones, de café. En realidad es azul porque le echo un colorante turquesa al helado de crema, pero a la clientela le gusta igualmente. Pero mi favorito es, sin duda, Invierno. Está constituido por una bola de helado de crema, teñido por completo (incluso interiormente) de color azul marino. Por fuera se recubre de chocolate blanco, creando una capa limpia como la nieve, y por último, se le añade un pequeño chorro de lágrimas de diamante, que es una crema de un caramelo especial, de color blanquecino brillante, como plateado. Se deja que resbale por encima y caigan gotas, cubriéndolo poco a poco, y después le pegas un mordisco y ves que por dentro es oscuro como la boca del lobo. Aparte de esos helados “especiales” y otros tantos, están los típicos sabores que pueden formar parejas, tríos o grupos de cuatro o más; chocolate, limón, fresa, naranja, menta, stracciatella, coco, vainilla, praliné, trufa… Estos se venden un poco menos, pero como son baratos y no me cuesta nada elaborarlos, consigo acabar el verano sin que no me quede ni uno solo.
Aunque los niños tengan colegio, en mi pueblo es fiesta todos los días. En la plaza de piedra, cerca de la herrería y una de las posadas —es un hotel, pero tan pequeño que es mejor el término “posada”— se unen cables entre las casas de alrededor y se cuelgan luces y trozos de tela pintada que cualquiera puede decorar, formando un techo con la telaraña de colores que se encienden en cuanto se pone el sol. Después, los que tienen buena mano con los instrumentos empuñan sus armas y, si al coro le place —o más bien, si no han tomado demasiado helado como para que se les hayan congelado las cuerdas vocales—cantan canciones hermosas. Y el resto bailamos, a veces, alrededor de una gran hoguera. A las diez todos los niños se van a la cama para que al día siguiente puedan acudir al colegio a las nueve de la mañana, sin pasar demasiado sueño. Los ancianos suelen marchar hacia las once u once y media, y los jóvenes, que son suficientemente mayores como para no ir a clase, pero demasiado jóvenes como para haberse cansado de la fiesta todavía, siguen bailando hasta las doce o la una.
Todos los días me levanto a las siete. A esas horas hay poca gente despierta, y paseo libremente por las calles empedradas, a veces descalza. En mi pueblo nadie tira cosas al suelo y todos andamos sin zapatos y sin temor a hacernos daño. A las siete y diez llego a la panadería y compro dos hogazas; una para mí y otra para mis vecinos, una pareja agradable de ancianos con los que como todos los martes (aunque todos los días les llevo el pan). Yo misma podría elaborar las hogazas, pero mi pan es algo más caro, para ocasiones especiales, y el de cada día todo el pueblo se lo compra al panadero. Como éste es muy simpático y siempre tiene algo que contar, me quedo hablando con él hasta que los primeros madrugadores despiertan y llegan a la panadería. Entonces, a las siete y veinte, me despido de todos y voy al puerto. Allí siempre está un amable pescador de pelo canoso que acaba de traer mercancía del lago. Como todos los días saco de mi bolso beige un botecito con las sobras del chocolate de ayer, él me reserva el mejor pescado, así que hoy me entrega un ejemplar plateado con grandes escamas envuelto en un grueso plástico tan blanco como mi vestido. Yo me lo guardo en el bolso, y a las ocho menos veinticinco acudo a la floristería. Allí cada día compro una flor distinta, para decorar el jarrón de cristal que me regaló una vez el artesano del pueblo. Hoy me siento llena de energía, así que compro seis rosas rojas —mi número de buena suerte— y las llevo en la mano hasta mi próximo destino; la carnicería. Llego a las ocho menos cuarto y salgo diez minutos después con dos piezas de carne suficientes para dos días (así voy a la tienda un día sí, un día no). Entonces entro a la frutería, que está enfrente, y a las ocho salgo cargada con una bolsa llena de pomelos, bayas, fresas y frambuesas para mí, porque no han inventado más piezas de fruta que me gusten. Sin embargo también compro naranjas, limones, coco y arándanos, porque tengo que elaborar mis helados con alimentos de calidad. A las ocho y diez vuelvo a casa pasando por delante de La Granja, donde mis abuelos llevan su negocio de compra y venta de mascotas y ganado. Yo normalmente sólo paso a saludarles, pero un día les compré un cachorrito fruto del cruce entre un lobo y una perrita. Es un cachorro de pelaje tan blanco como mi pastel Montblanc, y de ojos de un hielo azulado, así que le llamé Blues.
Cuando llego a mi casa ordeno la compra y me permito un pequeño desayuno con Angelo a base de chocolate caliente y tostadas, para recuperar las fuerzas que he perdido caminando y cargando bolsas. Cuando todo está en orden me pongo el delantal de color marfil que me regaló mi madre y empiezo a preparar los dulces que más se venden y que se gastarán enseguida, y por si acaso también cocino algunos menos solicitados. Aunque en teoría el negocio lo abro a las nueve, quince minutos antes ya están los primeros clientes dentro de mi tienda, normalmente los niños que quieren llevarse algún pastelito al colegio para almorzar. Y al que primero me compra algo, le regalo otra unidad de lo que ha elegido, como premio. Cuando las madres y los padres de las criaturas se enteraron de que sus hijos se llevaban dos artículos por la mitad, me insistieron en pagarme todo lo que había regalado, y como yo no cedí, me compraron una hucha de lata con un collage casero de fotografías de cosas bonitas (atardeceres, montañas, dulces, sonrisas, animales) y lo colocaron en mi mostrador, al lado de la caja registradora. Así, casi siempre que me compran algo, añaden una pequeña propina y la meten en la caja. Lo que no saben es que cuando la hucha se llena, cuento el dinero que hay y con eso compro los materiales necesarios para elaborar galletas con chocolate que reparto por todo el pueblo.
A la una, cuando termino de trabajar, me voy a comer. Cuando es martes, en casa, con mis vecinos; y el resto de los días, en casa de mis padres, o en Isla Tortuga, la taberna del pueblo, junto con unos amigos; o si no, en mi propia casa, junto a Angelo y Blues. Después, a las tres, reabro la pastelería y atiendo a los clientes hasta las seis. A veces Angelo tiene que ayudarme y hacer de cajero mientras yo cocino, porque algunos días mi pastelería está a rebosar. Entonces, cuando ya no queda nadie, coloco el cartel de “¡Mañana habrá más sonrisas de caramelo! (:”,subo al piso de arriba a ducharme y me visto todavía con el pelo húmedo. Me pongo unos shorts vaqueros, una camisa blanca, sandalias marrones y una chaqueta fina—porque hace fresco por la noche—, y salgo por ahí con Angelo, que ha estado hasta entonces leyendo solo y ordenando mis libros, en la biblioteca. Normalmente vamos a la Casa del Té, donde sirven infusiones de todo tipo. Yo siempre elijo la de jazmín, menta y rosas, pero Angelo prefiere la de té negro y manzanilla. También a veces tomamos algo en Isla Tortuga, porque siempre hay un grupo de personas que se sube a una mesa a bailar (yo entre ellas, siempre que no lleve un vestido). Entonces Angelo me invita a cenar a su casa, la bonita casa victoriana de dos pisos. Cenamos, pasamos por mi casa para coger el postre y nos llevamos a mi muelle a Persia, mi tarta en forma de lirio color atardecer, perlado de gotas de azúcar, que hacen las veces de rocío. Cuando acabamos él me sonríe y me besa como si fuera la primera vez, me contagia a los labios la sonrisa y el sabor de chocolate y naranja de Persia. Entonces vamos al centro del pueblo de la mano, y bailamos con los demás, bebemos un poco de whisky, pero como es demasiado fuerte para mí, alguien termina consiguiéndome un vaso de agua para aclararme la garganta, y un bollo de azúcar para quitarme el gusto a alcohol del paladar. Cuando se extingue el fuego y la luna se va a dormir,  Angelo y yo volvemos a casa, nos metemos en la cama, y entre sueños esperamos la llegada de un nuevo día.
Así era mi vida. Perfecta. Hasta que morí.

Kirtashalina

lunes, 27 de febrero de 2012

Fin de una época, principio de otra

¡Buenas a todos!

Hacía mucho que no publicaba ninguna entrada, y me entristece que sea esta la que tenga que publicar yo. Pero vaya, pensándolo mejor, es un orgullo hacerlo. ¿Por qué? Porque este es el fin de Palabras, papel y tú. Pero no, el blog no se cierra, ¡ni mucho menos! Aún nos queda mucho por escribir a los tres administradores, muchas letras, muchas líneas y muchos párrafos.

Ante la falta de visitas, correos y demás, los administradores hemos decidido cambiar el rumbo del blog. A partir de ahora seremos nosotros tres los que redactemos las entradas con nuestras historias, opiniones, críticas y demás. Esperemos que no nos abandonéis, y que sigáis leyéndonos; nuestro blog será vuestro siempre =)

Me apena que esto no haya funcionado, pero era una apuesta muy arriesgada, la verdad. Pero, vaya, personalmente, ha sido una experiencia increíble. Vale, quizá no hayamos tenido muchísimas visitas, quizá no le haya interesado ni a la cuarta parte de la gente que lo ha visto. Pero, dejadme deciros algo, yo no os cambiaría por veinte mil visitas de gilipollas. Muchos, que nos leéis desde que empezamos, siempre nos habéis pues una buena cara, y nos habéis apoyado en este pequeño proyecto. Y eso significa mucho para nosotros (cuando digo esto hablo por los tres).

Pero, joder, no vamos a ponernos tristes. Este blog, para mí, ha sido una gran caja de sorpresas. He conocido gente muy interesante, que merece la pena. Nunca en mi vida me habría llegado a imaginar, que gente que conozco en persona llegara a escribir de tal manera. Véase el ejemplo de Lorena Vilariño, un persona increíble, la cual nos emocionó a todos con sus maravillosos textos, y la cual nos ha apoyado desde el comienzo del blog. Ella es un ejemplo, y la pongo porque la conocía de vista; nunca había llegado a hablar con ella, pero al hacerlo me he dado cuenta de que es una persona increíble.

Pero habéis sido todos vosotros los que habéis conseguido treinta suscriptores y mil cuatrocientas y pico visitas al blog. Darle las enormes gracias a:

 
Lorena Vilariño, Paulamoustache, Escritora te hechizará, Rebeca, Kirtashalina, Nanna Doyle, Lisbeth Brewster, Elenna, Celia Cañete, Claire Miller y Ana Lucía.

 
Gracias a todas vosotras, las que nos habéis enviado vuestros textos y por lo que este blog ha podido funcionar, aunque sea por un breve periodo. Con las que he podido hablar un poco más a fondo, deciros que sois un encanto, y espero que vuestros blogs tengan mucho éxito.
¡Y por supuesto! ¡Muchísimas gracias a todos los lectores que habéis gastado vuestro valioso tiempo en Nosotros! Sin vosotros, esto tampoco habría sido posible.

Y, por ultimo, y no menos importante, como suelen decir, gracias a mis dos compañeros, Clara y Miguel. Sois increíbles, ya os lo he dicho mil veces. Este blog, en el caso de Clara, nos ha unido mucho más, y nos ha brindado la oportunidad de tirarnos hasta las seis de la mañana como jodidos gilipollas descojonándonos de nuestras gilipolleces.
Aquí os dejo todos los blogs (en el correspondiente orden en el que he puesto los nombres) de todas las que nos han mandado un trocito de sus textos.


(Rebeca no tiene blog)







Y con esto termino. Deciros que terminaremos de publicar los correos que nos quedan, y, una vez ahí, empezaremos a publicar textos propios. Así que, a ritmo de Shine On de Gamma Ray, canción que estoy escuchando y me está inspirando a escribir ahora mismo, me despido de vosotros.

¡MIL GRACIAS A TODOS!


                                                                                                                              Admin.: David Plaza

lunes, 20 de febrero de 2012

El crepitar del fuego

Sentimos haber tenido el blog tan muerto últimamente, todo culpa de David y Miguel!:P:P:P jajajja no, en serio, lo sentimos:( Pero es que como veíamos que nadie comentaba nada y que el blog está un poco así pues... muerto y tal... no sé, a ninguno nos vinieron las ganas de publicar.

Y es que, de verdad, para que esto funcione os necesitamos a vosotros, si no... la cosa pinta bastante mal...

Por cierto, el concurso queda cerrado, porque no recibimos apenas escritos de nadie, lo siento:'(

Aviso: Si el blog sigue así, dejará de ser comunitario y lo haremos nuestro. Lo siento por las personas que nos han enviado cosas y se han molestado en hacerlo, pero es que esto no marcha. Así que... o vemos que algo cambia, o, si esto que estoy diciendo no sirve de nada, lo cerraremos para publicar solo nosotros, como hemos dicho.

De verdad que Nosotros queríamos hacer un blog comunitario para provecho de todos, pero claro, vuestra participación es imprescindible;)

Así que queda dicho esto... y, bueno, qué decir del siguiente texto... que lo ha escrito Lorena Vilariño, una chica que, con este, ya lleva tres textos enviados, lo cual es bastante halagador, en serio! Nos gusta la gente así, que se muestre... activa y no pasiva.

Que no os estoy echando la bronca ni mucho menos, si esto es por vosotros y además nadie está obligado a nada, y, por supuesto, muchísimas gracias a todos los que han participado enviándonos cosillas. Ya sabéis que cualquier cosa estamos dispuestos a publicarlo=)

Así que nada... este texto es bastante...¿impactante? xD No sé qué otra palabra utilizar. Contiene erotismo homosexual, y la verdad es que no nos esperábamos encontrar este tipo de textos para publicar, pero, tal y como dijimos, los aceptamos como a cualquier otro:) Muy valiente la autora por intentar expresar este tema y con tal éxito.

Y ahora... a leer todos! Y a comentar, que siempre se agradece:P

 

Admin.: ClaryClaire



EL CREPITAR DEL FUEGO


-Tranquilo- Dijo Jon dirigiéndome hacia las mantas puestas delicadamente en el suelo frente a la gran chimenea, para sentarme.

-Estoy tranquilo.

Le cogí la mano y la besé empezando en la muñeca y terminando en los nudillos. Cada suspiro suyo, llevaba mi juventud y mi inocencia. Me acarició  lentamente la sien. Estaba algo asustado, pero tenía muchas ganas y me dejaba llevar con una gran vehemencia.

-¿Has estado con más chicos?- Pregunté mientras me desabrochaba los botones de la camisa.

-No. Sólo contigo.-Me miró sonriente con los ojos iluminados por el fulgor del fuego y se acercó tranquilamente hacia mí. Notaba su respiración, lenta y caliente, en mis pómulos.

Puso su dedo índice en mis labios, y los acarició apaciblemente. Empecé a desabrocharle la camisa, aquella que tanto me gustaba por su tacto suave, y tiré de las mangas para zafarle de ella. Su pecho, fuerte y de un tono tostado, se elevaba y bajaba despacio ha cada bocanada de aire que daba Jon Retiré su mano de mi cara, y me agache un poco para besarle el tórax. Adoraba su olor, el tacto de mis labios contra su piel, sus resplandecientes gotas de sudor debidas a la excitación del momento. Apoyaba mi rostro con fuerza sobre sus hombros y respiraba, le respiraba profundamente. Me acarició el pelo y con una gran fuerza pasional me echo para atrás, tumbándome por completo boca arriba.  Se sentó encima de mi cintura, apoyándose con los pies en la superficie para no hacerme daño. Se aproximó a mi frente y la besó, haciendo lo mismo con la nariz, mejillas, boca y finalmente cuello. Me produjo una gran ráfaga de placer. Cerré los ojos y entreabrí los labios. Una oleada de sudor frío se apoderó de mi cuerpo.

-¿Te gusta?-Dijo Jon al ver mi rostro.-Te palpita muy rápido el corazón.

Asentí con la cabeza entre exhalaciones aceleradas.

Bajó las manos y las metió por dentro de mi camisa, que tenía unos cuantos botones desabrochados. Empezó a acariciarme el pecho y la cintura y poco después me la había quitado y la había tirado a un lado de la estancia. Mi figura pálida y endeble reposaba ardiente entre las mantas. Empezó a descender hacía mis pantalones. Puso las manos en mi bragueta y la desabrochó rápidamente, bajándome los pantalones hasta las rodillas. Entonces sí empecé a ponerme nervioso. Colocó la mano en mis ingles. Mi cuerpo respondió de una manera que creía que no haría. Le agarré la mano y le paré en seco.

-Tranquilo, Boy. Sé lo que hago. No te haré daño…-Me miró tiernamente.

Le observe perplejo.

-Lo sé. Confío en ti.

Le dejé continuar.

Conforme pasaron los minutos me había desprendido totalmente de mi atuendo, tanto él como yo. Besaba cada centímetro cuadrado de mi mortecina piel. Acariciaba con dulzura mis muslos. Olía mi cabello, largo y oscuro. Y se deleitaba viendo mis gestos y expresiones. Se tumbó sobre mí y con su ayuda me día la vuelta para ponerme boca abajo. Contemplé el fuego, tan ajeno a nuestros cuerpos jóvenes y desnudos.

-Ahora vengo- Dijo Jon besándome la espalda.

-Vale. ¡No tardes!- Grité  mientras desaparecía por la puerta.

Me senté y me arropé con las gruesas mantas y me atusé el pelo. Me pregunté si tendría el maquillaje movido, o sí le gustaba físicamente a mi compañero. Oí pasos procedentes del pasillo y me imaginé que Jon se acercaba.  Me tumbé de nuevo tapándome desde el ombligo hasta los pies.

-Has tardado mucho…-Le dije pícaro y sonriente.

-Bueno…la espera…compensa.

Me empujó hacia atrás y volvió a retomar la situación girándome de nuevo. Me levantó la cadera hacia arriba, haciendo que apoyara las manos y las rodillas, únicamente, sobre la colcha. Me palpó las nalgas y acarició con la lengua cada una de mis vertebras y me tomó. Cada impulso era rítmico y placentero, y nada que ver con lo que yo pensaba que era. Cada vez que me empujaba con fuerza, una chispa se encendía en mi cerebro. Apretaba los dientes contras los labios inferiores, y fruncía el ceño, me deshacía en deleite. Y mi cuerpo ahora ardía en deseos de tenerle dentro. Las exhalaciones ahora más acompasadas se volvían cada vez más profundas. Empecé a gemir, intentando contenerme para que no se me oyera mucho, me percaté entonces de que al que realmente se le oía era a Jon que parecía disfrutar de mí plenamente. Su sudor caía en mis piernas y en mi espalda y resbalaba con fluidez.

Me desperté arropado, girado hacia la izquierda. El fuego, que fue testigo del deseo que mostramos, se había apagado y en la habitación se reflejaban los rayos del sol que entraban cálidos por la ventana. El brazo de Jon reposaba tranquilamente en mi pecho. Notaba su respiración, profunda y apacible, en mi nuca. Acaricié, alegre de tenerle a mi lado, su mano y la besé. Me di la vuelta. A la luz de la mañana estaba más guapo que nunca. Dormía junto a mí, parecía que nada le despertaría. Le aparte el flequillo de la frente y le acaricié. Acerqué mi cara a la suya todo lo que pude y susurré:

-Te quiero.

Cerré los ojos y me sumí en un profundo sueño del que no quería despertar nunca.

Lorena Vilariño

domingo, 5 de febrero de 2012

Lüthien


¡Hola de nuevo!

Aquí os dejo con el relato que nos manda Claire. Lento y sensual, pero también acelerado y apasionado. Analiza en él la autora el conflicto entre la pasión y la razón, el dilema entre dejarse llevar o echar el ancla y pararse a pensar.

Os recordamos que todavía está abierto el concurso, y os animamos a participar en él. ¡Podéis conseguir un buen número de visitas a vuestro blog, para que vuestras historias lleguen a más personas!    



                                                                                                                                       Admin.: Miguel








                                                           



                                                        Lüthien




Sus caricias me erizaban la piel; haciéndome sentir bien, tranquila. Podía notar el calor de su ternura, rozando mis pómulos con suaves besos.


No era la primera vez que me besaban de aquella manera, pero… era diferente. Me sentía cubierta de un aura de afecto. ¿Mutuo? No me había planteado algo serio con él, pero aquella sensación de seguridad me gustaba. Mucho.


Me rodeó con sus brazos, y mi rostro quedó escondido en su pecho. Su aroma me envolvió. Tuve que respirar profundamente para llenarme los pulmones de él; era delicioso. Cerré los ojos y expiré lentamente. Sus labios rozaron mi oído y me hicieron estremecer cuando noté pequeños mordisquitos en la parte inferior.


¿Qué quería de mi? Si es que buscaba algo… o simplemente quería pasarlo bien. Aunque no le veía como esa clase de persona; buscando sólo diversión y nada más. Pero… si no era así, y buscaba algo de verdad, ¿qué se suponía que tenia que hacer yo? No sabía si yo también quería lo mismo que él. O simplemente el hecho de sentirme tan bien con él en esa situación me bastaría. Pero, ¿le haría daño si continuaba?¿Debería separarme?


Sus labios se deslizaron por mi cuello, lamiéndolo con delicadeza; su lengua dibujaba pequeños círculos y hacía presión sobre mi piel.


Se me nubló la mente por un segundo. Pero no podía dejarme llevar sin pensar en las consecuencias. ¿Pero y si él solo quería diversión? Quizás ya no era el Mick que conocí hace demasiados años, y había cambiado de parecer. O quizás no le importaba que yo no tuviera claro lo que quería en ese momento… y difícil me ponía lo de pensar en una situación así.


Se separó de mí dejando que el aire refrescara su rastro. Yo aún tenía los ojos cerrados, analizando cada sensación que recorría mi cuerpo. Frenándome de cometer alguna estupidez.


-¿Lüthien?-susurró.


Abrí los ojos lentamente, y lo miré con deseo. Sí, deseo. Lo deseaba en ese momento. Quería dar un paso y lanzarme a sus labios, tirarlo en la cama y pedirle que… ¡Ya!


-¿Si?


Tenia que haberse dado cuenta de cómo le estaba mirando porque suspiró y se mordió el labio, negando levemente con la cabeza. ¿Se estaba resistiendo él también?


Pestañeé; sin apartar la mirada.


¿Qué tenía que hacer? Sentí calor en todo mi cuerpo, me nublaba la mente. No me dejaba pensar. Quería actuar. Ahora. Pero, ¿y las consecuencias?
Quizás debiera dejar de pensar demasiado...


Me lancé a él y me fundí en sus labios. Tanto tiempo deseándolos que ahora no podía ni pararme a degustar sus besos, pero no pareció importarle demasiado. Me tomó de la cintura para estrecharme a él y segundos después tirarme a la cama. Cada vez estaba más segura de que Mick había cambiado, y no estaba nada mal...




                                                                                                                                 Claire Miller

sábado, 28 de enero de 2012

¡Organizamos un concurso!

¡Hola gente!

Bueno, os cuento. Viendo que el blog estaba un poco muerto últimamente, se nos ha ocurrido organizar un concursillo. Es bastante simple, no hay muchas reglas:

Nosotros os vamos a dar el principio del texto, y vosotros, a partir de ahí, inventaréis lo que queráis. Va a ver tres opciones, para que luego no digáis "Nooo, es que yo no se escribir cosas de ese tipo":P El mínimo es una hoja de Word, a tamaño doce y con fuente Times New Roman. Y el máximo de extensión dos hojas, recordad que esto es un blog ;)

La fecha limite son tres semanas a partir de hoy, por lo que aceptamos escritos para el concurso hasta el 19 de febrero, incluido (vamos a meter también el domingo porque los fines de semana se tiene más tiempo).

El método de hacernos llegar los escritos, el de siempre. Un correo a palabraspapelytu@gmail.com, ARCHIVOS ADJUNTOS NO, por favor.  De título ponéis: "Para el concurso". Copiáis y pegáis el texto en el correo, junto con vuestros datos y si nos queréis aclarar algo:3

Bueno, y, sin más, aquí tenéis las tres opciones:



Opción 1:
Estaba a punto de conseguirlo, solo necesitaba un poco más de tiempo. "Ya está, ya está", se dijo. ¡Por fin!


Opción 2:
Su boca estaba pegada a mi oreja cuando me susurró:
-¿Quieres?
Antes de responder, alguien llamó a la puerta.


Opción 3:

Olía raro. No sabría decir a qué, pero era muy extraño. Como a muerte.


Y nada, ya solo desearos mucha suerte =) Esperemos que esto avive un poco el blog!!^^


NUEVO:
Ah, ya que nos habéis preguntado cuál será el premio, es que promocionemos vuestro blog (si no tenéis, pues vaya, queda dicho que vuestro texto ha sido el mejor, ¡que sube mucho la autoestima!). En este blog, lógicamente, no, ya que sería un tanto absurdo xD Os publicitaremos en el blog de ClaryClaire, una de las administradoras. Más de 10000 visitas y ciento y pico seguidores, ¿no está mal, no? (A ver, no somos una multinacional xD). También os pondremos en nuestros respectivos tablones del Tuenti (Clara en los dos que tiene) y Twitter (en este último, solo yo, ya que ninguno de los otros dos se dignan a hacérselo xD).

 

                                                                                       Admin.: David


Como ya he dicho en un comentario, no podemos enviarios un regalo físico teniendo en cuenta todo el lío que supondría y el poco tiempo que llevamos en el blog. Si este concurso tiene éxito y el blog también y conseguimos más visitas y más seguidores (Dios, parecemos unos necesitados xD), tal vez organicemos alguno con regalo para enviar;)

Esto es todo!! Espero que se anime mucha gente:D

Chupibesos para tod@s!!:P



 Admin.: ClaryClaire
                                              

martes, 24 de enero de 2012

Animal

¡Hola de nuevo!

Aquí os dejo con el relato que nos manda Celia. Es un texto corto y frenético, dejándonos con intriga en el final y con ganas de continuar leyendo ─ o devorando ─ el fragmento que tenemos entre manos en esta ocasión.

Por otro lado, queremos continuar agradeciéndoos que sigáis haciendo posible este humilde proyecto. ¡Muchas gracias y ánimo a tod@s!



Admin.: Miguel





Animal


<<Mierda, ya está cerca. >>
 
Corría como alma que lleva el diablo, apartando ramas, y lleno de heridas en piernas y brazos.
En la frente, un par de gotas de sangre derramadas, pero ya bastante resecas, lo que era un alivio. Tenía todos los músculos en tensión, a pesar de llevar horas sin parar de correr, y mi corazón, no palpitaba, sino martilleaba, de forma casi audible por cualquier transeúnte que, por suerte o por desgracia, pudiera pasar. Pero por extraño que pareciera, no me dolía.

<<Le puedo sentir, viene a por mí, casi ha llegado >>

Decidí buscar un buen lugar para esconderme, sabía que no iba a poder salvarme si corría eternamente, y ya había asimilado el hecho de que iba a morir. Tal vez esto, me había hecho ya dominar el instinto de supervivencia, el miedo a la muerte, tal vez fue lo que me hizo creer que pudiera haber una vía de escape: tal vez consiguiera esconderme tan bien, que pasara de largo.
 No iba a ser demasiado difícil buscar un lugar que pudiera resguardarme un poco, pues todo era maleza a mi alrededor. Vislumbré un gran árbol, desconocido para mí, a pesar de conocerme el bosque como la palma de mi mano. Me recordaba en tamaño a los grandes “baobab” de África, pero sabía que ese tronco no iba a tener un gran agujero en su interior para que yo me escondiera. Sólo había un problema, nos separaban unos cien metros de vegetación mucho menos densa, cien metros que me iban a dejar al descubierto por primera vez en horas. Cien metros en cuyos brazos mis posibilidades de morir se multiplicaban por diez.

Un crujido sonó detrás de mí, y me agazapé, preparado para saltar. Nada aparecía.

Me sonreí a mí mismo, aunque tenía miedo, sí, pero sabía que no podía ser él, era demasiado impaciente, ya me habría localizado y estaría delante de mí. No me había movido ni un milímetro desde el inesperado ruido y aproveché mi postura para atravesar el infierno que me separaba de mi única posibilidad.
 
Como un puma, tomé impulso, y volé entre la vegetación. Notaba cómo la adrenalina segregada corría por mis venas, y me hacía más fuerte y rápido. Entre jadeos, llegué a mi refugio. Todo parecía haber ido como la seda, y durante un segundo, mis músculos se relajaron.

De repente, un sudor frío recorrió mi espalda, al tiempo que algo se clavaba en mi cuello. No había sido lo suficientemente rápido, no lo había logrado. Con una amarga sonrisa, me giré lentamente para ver al psicópata que me llevaba siguiendo dos días, el de los ojos inyectados en sangre, y vi como el cazador, con un gesto ansioso, encañonaba hacia mí, a punto de apretar el gatillo. <<Ya ha llegado>>, pensé.



Celia Cañete

miércoles, 18 de enero de 2012

Futuro Inactivo

Buenas, gente =)

Hoy abrimos nueva entrada con una obra de Elena. Se trata de un micro-relato bastante emocionante, al menos a mí me gustó. También os pongo el link de su blog, el cual no tiene nada que ver con este relato: http://dequetinesmiedo.blogspot.com/

Y bueno, os quería dar las gracias de parte de los tres administradores por visitar tanto el blog y demás. ¡Ya tenemos más de mil visitas! Teniendo en cuenta que no llevamos ni un mes, es una cifra cojonuda. Pero yo os pido de corazón que vayáis pasando el blog a toda la gente que podáis, ya que queremos que esto siga creciendo.

Y poco más que decir. ¡Disfrutadlo y comentad;)! (No os cuesta nada y ayudáis muchísimo al blog, y a la persona que lo escribió).


Admin.: David

 


<<Futuro inactivo>>

Los gemidos de Lily producían en mí aquella extraña sensación que me impedía, a penas, moverme un centímetro. Me paralizaba que ella estuviese triste y yo no pudiera hacer nada para aliviarla.

-Eres una llorona, Lily.-manifesté, acariciándole los cortos cabellos marrones.

-No es verdad, Will-repuso, secándose las lágrimas con la fina camisa.-es solo que...tengo miedo.

-Yo también.-Dirigí mi mirada al exterior, la tormenta de nieve no cesaba. Si llegaba el momento de huir, la nieve nos supondría un inconveniente. Miré de nuevo a mi hermana; teníamos la misma edad, aunque ella siempre parecía menor.

Su rostro se tornó pálido.

-Will. Están aquí.-dijo en señal de alerta.

Unas pisadas resonaron en la nieve, crispando nuestros nervios. Pero ¿qué podían hacer dos niños de siete años contra unos asesinos que venían a rematar el trabajo? Palpé la herida de mi vientre; no dejaba de manar sangre...

Querían matar a mi hermana y yo me había interpuesto entre ellos...y ahora, los minutos se llevaban mi vida. Aferré la mano de Lily e intenté correr todo lo que pude a través de los copos blancos. La sangre la teñía de rojo escarlata.

-Will- sollozaba ella con un hilo de voz lleno de desesperación.

Me detuve en seco. Probablemente la acción más imprudente que hice. 

-Lily.-Le entregué el pergamino que había supuesto tantos problemas-Guárdalo y corre.

Me desplomé. La sangre rodeaba mi cuerpo...un disparo me había arrebatado mis últimas esperanzas de vivir.

-Te quiero, hermanita.

Lily dejó que las lágrimas se deslizaran por su rostro y esa distracción supuso su muerte. Una rosa carmesí apareció en su camisa, cerca del corazón.

Mi mente estaba vacía. Y mis recuerdos se volvían borrosos. Ya no podría reír más, ni jugar ni...acariciar a Lily...Todo estaba perdido y yo no lo había evitado.

El pergamino se abrió justo en el centro de los dos cuerpos, dejando ver su contenido:


Pergamino del Futuro:
Los portadores Lily y Will fallecen.
El pergamino queda inactivo.


-¡Idiota, el pergamino ya no nos sirve!-dijo uno de los agresores-Sólo tenías que matar a uno.

Todo desapareció en un instante. Y mis últimos pensamientos se quedaron dónde nunca nadie podrá oírlos: Lo siento, Lily. Te he fallado.




Elenna